Un clamor por ayuda
Cuando David Willis llegó a la planta baja de la librería Waterstones, las luces estaban apagadas y las puertas con llave. ¡Estaba atrapado dentro de la tienda! Sin saber qué hacer, abrió Twitter y escribió: «Hola, @Waterstones. Hace dos horas que estoy encerrado en su librería de Trafalgar Square. Por favor, déjenme salir». Poco después, fue rescatado.
Advertencia con amor
En 2010, un tsunami sacudió la isla de Sumatra, en Indonesia, matando a más de 400 personas. Pero las muertes podrían haber sido prevenidas o minimizadas si el sistema de advertencia hubiese funcionado bien. Las redes de detección (boyas) habían sido arrancadas y llevadas por la corriente.
Por amor
Correr una maratón implica exigirse física y mentalmente. Pero para una corredora adolescente, competir en una carrera se trata de empujar a otro. En cada entrenamiento y competición, Susan Bergeman, de 14 años, empuja a su hermano Jeffrey en su silla de ruedas. Cuando Jeffrey tenía 22 meses de edad, tuvo un paro cardíaco que lo dejó con un severo daño cerebral y parálisis. Hoy Susan sacrifica sus propias metas deportivas para que Jeffrey pueda competir con ella. ¡Cuánto amor y sacrificio!
Más que una partecita
Todos dejamos una parte de nosotros cuando nos mudamos a otro lugar. Pero para mudarse a Villa Las Estrellas, en la Antártida —un lugar desolado y frío—, dejar atrás una parte de ti es algo literal. Con el hospital más cercano a 1.000 kilómetros de distancia, tener apendicitis sería un problema grave. Por eso, antes de mudarse allí, todos los habitantes deben realizarse una apendicectomía.
El contador
En el norte de España, nació una manera hermosa de expresar la comunión y la amistad. En la época de la cosecha, algunos granjeros se sentaban en salones construidos sobre una cueva —de las tantas cavadas a mano en el campo— y hacían un inventario de sus diversos alimentos. Con el tiempo, ese lugar se conoció como «el contador»: un lugar de comunión donde los amigos y las familias se reunían para compartir historias, secretos y sueños. Si necesitabas la compañía de amigos fiables, ibas al contador.
No estamos solos
En su minicuento de suspenso La llamada, Frederic Brown escribió: «El último hombre sobre la Tierra estaba solo en una habitación. Entonces, llamaron a la puerta». ¡Ay! ¿Quién podría ser y qué querría? ¿Qué cosa misteriosa venía a buscarlo? El hombre no está solo… y tampoco nosotros.
Encuentra reposo en Jesús
El alma inquieta nunca se satisface con las riquezas y el éxito. Un fallecido ícono de la música country podría testificar de esta verdad. Durante casi 40 años, sus álbumes y canciones aparecieron entre los diez mejores de la lista de Billboard. Pero también tuvo varios matrimonios y pasó tiempo en la cárcel. Aun con todos esos logros, una vez se lamentó: «Hay una inquietud en mi alma que nunca pude dominar, ni con actividades, matrimonios ni popularidad […]. Sigue estando en cierta medida, y estará hasta el día que muera». Lamentablemente, podría haber encontrado reposo en su alma antes de que su vida terminara.
Como nuestro gran Maestro
En un video viral, una estudiante de karate de tres años imitaba a su instructor. Con pasión y convicción, la pequeña repetía con su líder el credo del estudiante. Después, imitaba todo lo que su maestro decía y hacía… ¡y le salía bastante bien!
En todos nuestros tratos
En 1524, Martín Lutero señaló: «Los mercaderes tienen entre sí una regla en común que es su máxima principal […]: No me importa nada de mi prójimo, en tanto obtenga mi beneficio y satisfaga mi codicia». Más de 200 años después, John Woolman, de Mount Holly, Nueva Jersey, permitió que su compromiso con Jesús influyera en su negocio de sastrería. Para apoyar la liberación de los esclavos, se negó a comprar algodón o materiales para tintura a compañías que usaban el trabajo forzado. Con una conciencia limpia, amó a su prójimo y vivió con integridad en todos sus tratos.
Lo suficiente
En la película El violinista en el tejado, Tevye le habla con sinceridad a Dios sobre su economía: «Hiciste a muchas, muchas personas pobres. Comprendo, por supuesto, que no es vergonzoso ser pobre. ¡Pero tampoco es un gran honor! Entonces, ¡¿qué tendría de malo si tuviera una gran fortuna?! […] ¿Se habría arruinado algún vasto plan eterno… si yo fuera un hombre rico?».