No estamos solos
En su minicuento de suspenso La llamada, Frederic Brown escribió: «El último hombre sobre la Tierra estaba solo en una habitación. Entonces, llamaron a la puerta». ¡Ay! ¿Quién podría ser y qué querría? ¿Qué cosa misteriosa venía a buscarlo? El hombre no está solo… y tampoco nosotros.
Encuentra reposo en Jesús
El alma inquieta nunca se satisface con las riquezas y el éxito. Un fallecido ícono de la música country podría testificar de esta verdad. Durante casi 40 años, sus álbumes y canciones aparecieron entre los diez mejores de la lista de Billboard. Pero también tuvo varios matrimonios y pasó tiempo en la cárcel. Aun con todos esos logros, una vez se lamentó: «Hay una inquietud en mi alma que nunca pude dominar, ni con actividades, matrimonios ni popularidad […]. Sigue estando en cierta medida, y estará hasta el día que muera». Lamentablemente, podría haber encontrado reposo en su alma antes de que su vida terminara.
Como nuestro gran Maestro
En un video viral, una estudiante de karate de tres años imitaba a su instructor. Con pasión y convicción, la pequeña repetía con su líder el credo del estudiante. Después, imitaba todo lo que su maestro decía y hacía… ¡y le salía bastante bien!
En todos nuestros tratos
En 1524, Martín Lutero señaló: «Los mercaderes tienen entre sí una regla en común que es su máxima principal […]: No me importa nada de mi prójimo, en tanto obtenga mi beneficio y satisfaga mi codicia». Más de 200 años después, John Woolman, de Mount Holly, Nueva Jersey, permitió que su compromiso con Jesús influyera en su negocio de sastrería. Para apoyar la liberación de los esclavos, se negó a comprar algodón o materiales para tintura a compañías que usaban el trabajo forzado. Con una conciencia limpia, amó a su prójimo y vivió con integridad en todos sus tratos.
Lo suficiente
En la película El violinista en el tejado, Tevye le habla con sinceridad a Dios sobre su economía: «Hiciste a muchas, muchas personas pobres. Comprendo, por supuesto, que no es vergonzoso ser pobre. ¡Pero tampoco es un gran honor! Entonces, ¡¿qué tendría de malo si tuviera una gran fortuna?! […] ¿Se habría arruinado algún vasto plan eterno… si yo fuera un hombre rico?».
No bajes la guardia
Un hombre y varios amigos entraron en un centro de esquí que tenía un cartel con advertencia de avalancha y empezaron a tirarse por las laderas. La segunda vez que bajaban, alguien gritó: «¡Avalancha!». Pero el hombre no pudo escapar y murió en medio de la nieve. Alguien lo criticó y dijo que era un novato. Pero no era así; era un «guía rural certificado en avalanchas». Un investigador dijo que los esquiadores más expertos son los más propensos a llegar a deducciones erradas: «[El esquiador] murió porque se confió demasiado y bajó la guardia».
Dios habló
En 1876, el inventor Alexander Graham Bell habló las primeras palabras por un teléfono. Llamó a su asistente, Thomas Watson, diciendo: «Watson, ven. Quiero verte». De forma entrecortada y tenue, aunque comprensible, Watson oyó lo que había dicho Bell. Las primeras palabras de Bell demostraron que había comenzado un nuevo día para la comunicación humana.
De corazón
Una misión de rescate apodada «Operación Arca de Noé» puede sonar divertida para los amantes de los animales, pero fue una pesadilla para la Sociedad de Prevención de la Crueldad Animal en Nassau. Después de recibir quejas por el ruido y el mal olor que salía de una casa, los colaboradores entraron y encontraron (y luego sacaron) más de 400 animales en condiciones de abandono.
Dos casas
Para probar la estabilidad de dos casas, los ingenieros simularon un huracán de categoría 3, usando ventiladores poderosos que produjeron ráfagas de viento de 160 kph durante diez minutos. La primera estaba construida según un código de construcción que no contemplaba huracanes, y la otra fue armada con un techo y pisos reforzados. La primera se sacudió y finalmente colapsó, pero la otra sobrevivió, mostrando solo unos pequeños daños superficiales. Uno de los ingenieros resumió el estudio, preguntando: «¿En qué casa preferirías vivir?».
Un Padre compasivo
Después de que Gabriel, de ocho años, fue operado para extraerle un tumor cerebral, le quedó una cicatriz notoria al costado de la cabeza. Cuando el muchacho dijo que se sentía un monstruo, su padre tuvo una idea: se hizo un tatuaje al costado de la cabeza, igual a la cicatriz de su hijo, para demostrar cuánto lo amaba.